-Pasa a comer un cacho con los hombres , Nini.
En la cocina los invitados hablaban y reían sin fundamento, excepto el tio Ratero que miraba a unos y otros estúpidamente , sin comprenderlos. Las narices y las orejas eran de un rojo bermellón, pero ello no impedía que los hombres se pasaran la bota y la bandeja sin descanso. De súbito , el Pruden , sin venir a qué , o tal vez porque San Dámaso había llovido y ahora lucía el sol, soltó una risotada y después se dirigió al Nini en un empeño obstinado por comunicarle su euforia:
- ¿Es que no sabes reír , Nini?- dijo.
- Sí sé.
- Entonces porque no ríes? Échate una carcajada , leche.
El niño le miraba fija, serenamente.
- ¿A santo de qué? - dijo.
El Pruden tornó a reír, esta vez forzadamente . Luego miró a uno y otro, como esperando apoyo, mas como todos rehuyeran su mirada, bajó los ojos y añadió oscuramente:
- Que sé yo a santo de qué ! Nadie necesita un motivo para reír , creo yo .
Las ratas
Miguel Delibes
Austral
Foto: Sanz Lobato