¿Veis ese perro? Ayer mismo cavilaba yo aquí sin hacerle caso, hasta que los pensamientos me arrancaron cada uno una lágrima. Entonces se me acercó, por la almohada -sobre la que reposaba mi húmeda mejilla- una cabeza tan peluda como la del Fauno, y al instante la tuve apoyada en mi rostro. Dos ojazos oro claro asombraron a los míos , y una oreja, larga y caída, enjugó la espuma de mi melancolía. Sorpredíme al principio, como un árcade a quien sobrecogiera la presencia de un dios cabrío en la medialuz de un bosquecillo ; pero, cuando la barbuda aparición acabó de secar mis lágrimas, reconocí a Flush y me repuse de mi sorpresa y de mi pena, dando gracias al verdadero Pan, quien, valiéndóse de criaturas insignificantes, nos permite conocer cumbres de amor.
Virginia Woolf
Flush
destino libro novela
foto: mi chester