martes, 24 de marzo de 2015

Ese día

Y se hallaba condenado a aquella vida de galeote vagabundo, únicamente porque su madre se había entregado a las caricias de un hombre .
Ahora, andaba en línea recta, desfalleciendo con la melancolía desolada de los que van a expatriarse .
Ya no sentía en el corazón aquel menosprecio altivo, aquel odio desdeñoso por los desconocidos que pasan , sino una triste ansia de hablarles , de decirles que iba a dejar Francia, de ser escuchado y consolado. Era, en el fondo de él, una necesidad vergonzosa de pobre que tiende la mano, una necesidad tímida y fuerte por sentir que alguien sufría por su marcha.



Pierre & Jean 
Guy de Maupassant
Biblioteca de narradores 
Foto : Chris Tanock