
"...Esta noche tan mía, tan tuya, he concluído aquel libro que tú ya sabes.Sin pretenderlo, mis lágrimas fluyeron libres. Pero esta vez, eran lágrimas de ese tan nó mensurable, tan nó sondable gozo, el que vá muy por encima de todo aquello que "conocemos" como felicidad. Y en medio de esa libertad, recordé mis aciertos a lo largo de mi vida. Mis momentos dulces. Pero también, mis errores. Mis momentos amargos. Reconocí mis grandezas. Pero igualmente, mis miserias. Y prefiero, por encima de todo, esta sensación de dulzura. Para qué necesito ya, recrearme en amarguras??? Y tuve más que nunca, la certeza de ser ese "hombre con cuerpo de barro... Y alma de estrellas". Porque esta noche, ha ocurrido un auténtico milagro. He perdonado en plenitud. Y he demandado el perdón. Y con ello, me he perdonado a mí mismo. Olvidar es imposible. Perdonar es un derecho y una obligación para con el otro, para consigo mismo. Y ahora la Paz invade mi Alma, como un potente relámpago de intensa Luz que es Eterno.Nó más preguntas, nó más... Porque las respuestas viven en el corazón, esperando a ser descubiertas. Estoy preparado, presto... ¿Has visto la luna de esta leve nocturnidad? Está maquillando la otra mitad de su cara, para regalarnos la más tierna y seductora de sus sonrisas... Por siempre!!!"
Sergio Ochoa Cubero
Foto: Stephane Fugier