sábado, 15 de marzo de 2014

En la arboleda de ardientes destellos


Todo cuanto forma mi cuerpo parece haberse adelgazado con el ejercicio y con el triunfo. Mi sangre seguramente es de un rojo brillante, está remontada, bate contra mis costillas . Me cosquillean las plantas de los pies, como si aros de alambre se abrieran y cerraran a su alrededor. Veo una a una, muy claramente , las briznas del césped. Pero el pulso me late con tal fuerza en la frente , detrás de los ojos que todo baila, la red y la hierba. Vuestros rostros suben y bajan como mariposas , y los árboles parecen saltar . En este universo nada hay fijo , nada hay enraizado. Todo se ondula, todo baila, todo es agilidad y triunfo . Sólo despues de tumbarte sola en el duro suelo , y así contemplar vuestro juego, comienzo a sentir el deseo de ser elegida, de ser convocada, de ser llamada por una persona que ha venido en mi busca , que se siente atraída por mi, que no puede mantenerse alejada de mí, y que acude junto a la silla dorada en que me siento, con mi vestido desplegado  a mi alrededor como una flor. Nos retiramos a un balconcillo, y hablamos , él y yo.
Ahora baja la marea . Ahora los árboles vuelven a la tierra, las olas que baten sobrfe mis costillas avanzan y se retiran más suavemente , y mi corazón echa el ancla como un velero cuyas velas resbalan desde lo alto a la blanca cubierta. El juego ha terminado . Ahora debemos tomar el té. 


Las Olas 
Virginia Woolf
Lumen Editorial 
Foto: Quinta de los Molinos by Refusenik 




1 comentario:

  1. ... algo ha latido allí, junto a la lluvia. Y todo vuelve a florecer.

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