viernes, 24 de abril de 2015

Merecedor

Fue del mismo exceso de entusiasmo y, en ocasiones , de ingenuidad que caracterizaban al viaje romántico de donde salieron aquellas grandes protestas posrománticas . El viaje de Baudelaire y La ciudad de Kavafis . Flaubert, en una de sus cartas , hablaba ya de los bárbaros de antaño que abandonaban su país como para abandonarse a sí mismos . Baudelaire y Kavafis llevan más lejos esta idea de huida inútil fuera de uno mismo . Cierto es que Baudelaire no niega los prestigios del viaje:

La gloria del sol sobre el mar violeta ,
La gloria de las ciudades al atardecer ,

pero se atreve a confesar - lo que no hubiera hecho un romántico- que en esos lugares lejanos,

A menudo nos hemos aburrido, igual que aquí.

El aburrimiento, seguramente, era una de las posturas obligatorias del dandismo, pero Baudelaire era más y mejor que un dandi; no ignoraba que su aburrimiento y su angustia eran de esencia metafísica , debidos

(Al) aburrido espectáculo del inmortal pecado

a ese espectáculo que acaba por atormentar a todos los lectores de la historia, obsesionados por la violencia y los crímenes del pasado, y que nos persigue igualmente por las carreteras del mundo contemporáneo en donde se descubren más o menos las huellas de la injusticia social, la estela de mentiras de la impostura publicitaria , las marcas, a menudo irreparables, de la contaminación, las cicatrices o amenazas nucleares .
 Sabemos, además, quizá mejor que nuestros antecesores, que toda impresión es, quizá, subjetiva, y que nos encontramos en todas partes frente a nosotros mismos. Kavafis, que aconsejaba tan magníficamente a Ulises gozar de todas las escalas antes de volver a Ítaca, recuerda asimismo a su viajero, que, de hecho, jamás saldrá de su lugar de origen y que, allá donde vaya, le seguirá su propia ciudad. El hombre de Baudelaire, allá por donde vaya , no hace más que :

(Mecer su) infinito sobre el finito de los mares

Semejante postura es acaso exageradamente sombría ; no tiene en cuenta los beneficios del viaje. Silencia el hecho de que en el hombre, al igual que en el pájaro, parece haber una necesidad de emigración, una vital necesidad de sentirse en otra parte . El mismo Baudelaire, con tanta frecuencia despreciativo de los viajes , reconoció esa necesidad casi irracional que duerme dentro de todos nosotros :

Mas los verdaderos viajeros son sólo los que parten
Por partir; corazones ligeros , semejantes a globos,
De su fatalidad jamás se apartan, 
Y sin saber por qué , dicen siempre : Marchemos!



Una vuelta por mi cárcel
Marguerite Yourcenar
Punto de lectura
Foto; Muhamed Muhausen





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