jueves, 12 de febrero de 2009

Meditaciones en la zanja




















Mi mente todavía se aferraba a la imagen de mi mujer. De pronto me asaltó una inquietud: no sabía si aún vivía. Sin embargo, ahora estaba convencido de una cosa,algo que había aprendido demasiado bien: al amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su sentido más profundo en el ser espiritual del otro yo , en su yo íntimo. Que esté o no presente esa persona , que continúe viva o no , de algún modo pierde su importancia. Ignoraba si mi mujer vivía y carecía de medios para averiguarlo (a lo largo de mi cautiverio jamás tuvimos contacto postal con el exterior) ; aunque en ese momento esa cuestión tan vital dejó de importarme. No sentía ninguna necesidad de comprobarlo: nada podía afectar a la fuerza de mi amor, de mis pensamientos o a la mirada amorosa de su figura espiritualizada. Si por aquel entonces hubiera conocido la muerte de mi mujer , creo que aun así me habría entregado, -insensible a la realidad- a la contemplación de su imagen y mentalmente habría conversado con ella con la misma viveza y satisfacción. "

EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO
Un psicólogo en un campo de concentración.
VICTOR FRANKL
Herder Editorial

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