jueves, 19 de diciembre de 2013

Breve ansiar de tu regreso

Y luego me acodo a la ventana, en una postura ya habitual, y empiezo a sufrir rutinariamente , lo mismo que ayer, que todos los días antes del de ayer. No tengo ganas de llorar; contemplo la avenida, el talud abrasado, teñirse con los colores del amanecer, me intereso por el rebaño que pasa, al que contienen perros jadeantes y mudos . Sucede que sonrío ante los juegos de los gatos vagabundos, ¿por qué no?  Todos los espectáculos se inscriben sobre el fondo sólido de mi dolor y no se alteran.
El " mal de la ausencia" . A fuerza de repetir sin querer estas cuatro palabras , siempre las mismas , en esa ventana siempre la misma , he acabado por desnaturalizar , extravagantemente , su sentido. Porque me inclino torcida encima de la barra de apoyo demasiado baja, y me obstino en magullarme el costado izquierdo, asimilo el "mal de la ausencia" a un dolor físico, ahí , en mi costado, debajo del corazón, en ese lugar que aplasto tiernamente encima de la barra de madera , y que acuno.
El mal de la ausencia …Es un sufrimiento tan simple.
Qué lejos me siento de los sórdidos tumultos de los celos y sus desórdenes homicidas! Todo es tan sencillo en mí y en mi desgracia : estaba conmigo, se fue ; y ningún deseo , ninguna esperanza , más que su regreso. Que regrese, amante o no.. Que regrese.. Que regrese.


Colette 
El obstáculo
Ediciones G.P 
Foto: Helmut Newton 

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