Recuerdo muy bien ese miedo infantil.
Evitaba los charcos tras la lluvia,
sobre todo los recientes .
Alguno podría no tener fondo,
aunque se pareciera a los otros .
Me meto y de pronto me caigo toda,
comienzo a volar hacia abajo,
y más y más abajo,
en dirección a las nubes reflejadas
y a lo mejor más allá.
Luego se seca el charco ,
se cierra sobre mí,
y yo atrabapada para siempre -dónde -
en un grito que sale al aire.
Solamente después llegó el entendimiento:
no todos los accidentes
siguen las reglas del mundo,
y aun si lo quisieran,
no pueden suceder .
Instante
Wislawa Szymborska
Ediciones Igitur
Foto: William Eugene Smith
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