Atrás queda la ciudad cuando parte el tren, y siempre la misma sensación de estar sacudiendome ese polvo que me he estado cogiendo con el trascurrir de los días . Porque Madrid está plagado de almas llenas de polvo, erosionadas por el tiempo, caminando todos pesadamente en una repetición de días iguales , idénticos en si mismos, paginas de calendario perseguidas por la prisa, veloz desaparecen detrás seres lastimados por tanto vacío , sufridores del azote del omnipresente silencio .
Pero algo extraño sucede cuando ese tren regresa, cuando atraviesa en su retornar la destartalada periferia, la insultante naturaleza repetidamente violada y asediada, hay un cálido apaciguamiento, un cosquilleo mientras desfilan lentos los edificios alineados, todos iguales, desafiantes, serpenteados por carreteras y puentes , es ése un extraño goce , saber que en toda esa sucia grandeza , en esa su imperfección, descansan y residen , todos los sueños.
Pero algo extraño sucede cuando ese tren regresa, cuando atraviesa en su retornar la destartalada periferia, la insultante naturaleza repetidamente violada y asediada, hay un cálido apaciguamiento, un cosquilleo mientras desfilan lentos los edificios alineados, todos iguales, desafiantes, serpenteados por carreteras y puentes , es ése un extraño goce , saber que en toda esa sucia grandeza , en esa su imperfección, descansan y residen , todos los sueños.
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