Este Señor que aparenta ser un viejito bonachón es el presidente de Uruguay. La prensa de ése país lo ha calificado como el «presidente más pobre del mundo». Su patrimonio asciende a los 165.480 euros (4,2 millones de pesos) e incluye tres terrenos, tres tractores y dos coches de 1987, según los datos presentados por la Junta de Transparencia y Ética de Uruguay, el pasado mes de abril .
Estamos tan acostumbrados a mangoneos globales por parte de nuestros gobiernos democráticos y de los lobbys neoliberales , que la primera reacción de cualquier persona es cuestionarse a este Señor que se quita buena parte de su sueldo para obras sociales ( http://www.abc.es/20120609/internacional/abci-mujica-presidente-pobre-mundo-201206081647.html ) o que coge el toro por los cuernos ( se me perdone el símil taurino ) y aborda sin pánico ni remilgo el tantas veces postergado tema de la legalización de la marihuana (ttp://www.theclinic.cl/2012/08/21/uruguay-presidente-mujica-dice-que-plantara-150-hectareas-de-marihuana/ ) . Este Señor no pinta una mierda en el actual repugnante mapa económico mundial, pero su mensaje, directo, fácilmente comprensible y sin dobleces , merece ser escuchado y difundido. .
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miércoles, 29 de agosto de 2012
viernes, 16 de marzo de 2012
viernes, 2 de marzo de 2012
Lo que quiero ahora

Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sana que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos.
Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca,nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos.
Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca,nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.
Angeles Caso
http://Iniciativadebate.org 29 de Febrero de 2012Foto : Laura Taylor
jueves, 13 de enero de 2011
Ejecuta
El mundo es un enorme objeto de nuestro apetito, una gran manzana, una gran botella, un enorme pecho : todos succionamos, los eternamente expectantes , los esperanzados- y los eternamente desilusionados- . Nuestro caracter está equipado para intercambiar y recibir, para traficar y consumir,; todo, tanto los objetos materiales, como los espirituales, se convierten en objeto de intercambio y consumo .
El arte de amar
Erik From
Paidós biblioteca erik from
Foto: Mishima by Paul Schrader

Erik From
Paidós biblioteca erik from
Foto: Mishima by Paul Schrader
viernes, 31 de diciembre de 2010
A Quién destinamos nuestro Dinero ?
Son casi dos horas de conferencia, pero me parece extremadamente interesante. Comenzamos una década dificil, quien no lo véa así tiene un problema, y sólo nosotros, tenemos las armas para hacer frente a lo que se avecina.
Gracias mary por divulgar siempre. Feliz año a quien respire en este espacio.....
http://espiritualidadypolitica.blogspot.com/2010/11/video-dinero-y-conciencia-quien-sirve.html
Gracias mary por divulgar siempre. Feliz año a quien respire en este espacio.....
http://espiritualidadypolitica.blogspot.com/2010/11/video-dinero-y-conciencia-quien-sirve.html
viernes, 17 de diciembre de 2010
Mensaje navideño ~
Trabajar hasta 16 horas díarias sin fines de semana de descanso , percibir un sueldo miserable ( en algún caso 0,80 € por día de trabajo), o tener prohibido una representación sindical, son tan sólo pequeña muestra de eso que a veces suena de lejos, y que se conoce como "explotación a los países subdesarrollados" . Aunque algunas grandes firmas hayan adquirido compromisos de responsabilidad social, y se hayan comprometido a garantizar los mínimos derechos laborales en toda la cadena de producción, todavía habría que asomarse a las grandes plantas de Benetton en Argentina, o H&M en Bangladesh, Adidas en Indonesia y Vietnam, o las de nuestro empresario modelo Amancio Ortega en Marruecos y otros puntos estratégicos de total ausencia de dignidad laboral. Pues bueno, como hasta el momento no recurro a sexo de pago , ni tengo servicio doméstico, pero sí he sucumbido al embrujo H&M , yo voy a ser el primero en intentar aplicarse el parche .
Algunas cosas cuestan más de lo que piensas....
Algunas cosas cuestan más de lo que piensas....
jueves, 21 de octubre de 2010
La pastilla rosa o la forma que adoptan los sueños masticados en un mundo imposible
Creer que todos podemos alcanzar el nivel de vida de un ciudadando europeo de clase media sí es una utopía . Necesitaríamos explotar ocho planetas como éste . Aquí trabajaremos para que la gente se acerque a la felicidad , no a la riqueza , porque ésta siempre se sostiene en la miseria de la mayoría . La riqueza para todos ni siquiera es una utopía, es una mentira maliciosa , una zanahoria que sirve para que avancemos como mulas, tirando de la carreta cargada de comodidad para otros. Yo vivo con los pies en la tierra. Sé lo que cuestan las cosas , las que son imprescindibles para subsistir. Esas no cuestan papeles impresos con números, cuestan sudor y callos en las ganas, que no son incompatibles con la felicidad. Más aún , pueden intensificar su intensidad. Lo que es incompatible con ella es la miseria, la estupidez de endeudarte por objetos superfluos , la cerrazón, la violencia, la mentira, un bosque talado , un río sin peces , el aire contaminado. Nuestro desarrollo se medirá con el baremo del bienestar emocional, no con el de la renta per cápita.
La Pastilla Rosa
Rafael R. Valcárcel

lunes, 17 de mayo de 2010
We are the Slow........

Como no podía ser de otro modo, el movimiento Slow se superpone a la cruzada antiglobalización. Los seguidores de ambos movimientos creen que el «turbocapitalismo» ofrece un billete de ida hacia la extenuación, para el planeta y quienes lo habitamos. Afirman que podemos vivir mejor si consumimos, fabricamos y trabajamos a un ritmo más razonable. Sin embargo, del mismo modo que los antiglobalizadores moderados, los activistas del movimiento Slow no se proponen destruir el sistema capitalista, sino que tratan más bien de darle un rostro humano. El mismo Petrini habla de una «globalización virtuosa». Pero el movimiento Slow va mucho más allá de la mera reforma económica. Al centrar la puntería en el falso dios de la velocidad, alcanza el corazón de lo humano en la era del chip de silicio. El credo de este movimiento puede reportar beneficios cuando se aplica poco a poco, por etapas. Pero el beneficio máximo del movimiento Slow sólo se conseguirá si vamos más allá y reflexionamos sobre nuestra manera de hacerlo todo. Un mundo realmente lento requiere nada menos que una revolución del estilo de vida.
El movimiento Slow aún está formándose. Carece de sede social y de página web, no tiene un dirigente único ni un partido político que haga bandera de su mensaje. Muchas personas deciden ir más despacio sin tener conciencia de que su actitud forma parte de una tendencia cultural y no digamos de una cruzada mundial. Sin embargo, lo que importa es que una minoría cada vez más amplia prefiere la lentitud a la celeridad. Cada acto de desaceleración es un empuje más hacia el movimiento Slow.
Elogio de la lentitud
Carl Honoré
Texto integro : http://www.zonacolon.com/especiales/elogiodelalentitud-zonacolon.pdf
Foto: Brooke Raymond
El movimiento Slow aún está formándose. Carece de sede social y de página web, no tiene un dirigente único ni un partido político que haga bandera de su mensaje. Muchas personas deciden ir más despacio sin tener conciencia de que su actitud forma parte de una tendencia cultural y no digamos de una cruzada mundial. Sin embargo, lo que importa es que una minoría cada vez más amplia prefiere la lentitud a la celeridad. Cada acto de desaceleración es un empuje más hacia el movimiento Slow.
Elogio de la lentitud
Carl Honoré
Texto integro : http://www.zonacolon.com/especiales/elogiodelalentitud-zonacolon.pdf
Foto: Brooke Raymond
lunes, 8 de marzo de 2010
No miro atrás

No has observado cómo las vanas sabidurías del hombre le conducen a la locura? ¿Y quién impide que ese inefable estado del espíriru que la ignorancia llama locura, no le conduzca a su vez a la suprema sabiduría por desconocidas rutas, no incluidas aún en el grosero mapa de nuestras imperfectas ciencias? Hay algunos enigmas en tu vida, pero ¿ qué sino un enigma es la vida toda? Y sin embargo, no se ve a nadie que se apresure por descubir en ella la clave .
.....
Así pues, no te alarmes si no aciertas a descifrar esas impresiones ; acepta con reconocimiento y saborea con moderación lo que tienen de agradable ; remite al tiempo, más sabio que tú, la interpretación de las dificultades que te embarazan, y espera , en la sinceridad de un corazón sencillo a que el misterio se esclarezca.
Charles Nodier
El Hada de las migajas
Colección Austral. Espasa calpe
lunes, 23 de marzo de 2009
Otro mundo sí es posible

La filosofía del 'decrecimiento' reivindica que debemos trabajar menos para vivir mejor. Propone una crítica constructiva y pluridisciplinar que ponga en cuestión la búsqueda obsesiva del "cada vez más" . Una crítica de rechazo de los límites que constriñen nuestras sociedades contemporáneas, para así poder liberarnos de ese "cada vez más". La filosofía del decrecimiento trata de explicar que en muchas ocasiones "menos es más".
Qué es exactamente lo que está ocurriendo en nuestros días? No estamos padeciendo una crisis sino un conjunto de ellas: crisis ecológica (energética, climática, pérdida de la biodiversidad, etcétera); crisis social (individual y colectiva, aumento de las desigualdades entre las naciones y en el seno de las mismas, etcétera); crisis cultural (inversión de valores, pérdida de referentes y de las identidades, etcétera); a lo que ahora se añade la doble crisis financiera y económica. Todas ellas no son crisis aisladas, sino más bien el resultado de un problema estructural, sistémico: cuyo origen está en la desmesura, en la búsqueda obsesiva del "cada vez más".
Qué se puede decir sobre la crisis económica desde el punto de vista de quienes somos "objetores al crecimiento"? Que nadie se equivoque, porque decrecimiento no es sinónimo de recesión. Tal como escribí hace más de dos años: "No hay que elegir entre crecimiento o decrecimiento, sino más bien entre decrecimiento y recesión. Si las condiciones ambientales, sociales y humanas impiden que siga el crecimiento, debemos anticiparnos y cambiar de dirección. Si no lo hacemos, lo que nos espera es la recesión y el caos".
El decrecimiento no es un crecimiento negativo, ni propugna tampoco una recesión ni una depresión; sería ridículo tomar nuestro sistema actual y ponerlo del revés y de esa manera intentar superarlo. El decrecimiento supone que debemos desacostumbrarnos a nuestra adicción al crecimiento, descolonizar nuestro imaginario de la ideología productivista, que está desconectada del progreso humano y social. El proyecto del decrecimiento pasa por un cambio de paradigma, de criterios, por una profunda modificación de las instituciones y un mejor reparto de la riqueza.
Es claro que el crecimiento económico pretende aliviar la suerte de los más desfavorecidos sin tocar demasiado las rentas de los más ricos, para no enfrentarse a su reacción política. En ese sentido,el decrecimiento pasa necesariamente por una redistribución (restitución ) de la riqueza.
En un mundo de recursos limitados, las cosas no pueden crecer de manera indefinida. Por eso, "la objeción al crecimiento" habla de la necesidad de compartir, el regreso de la sobriedad, en particular para aquellos que sobreconsumen. Hacemos nuestras estas palabras de Evo Morales, presidente de la República de Bolivia, que el 24 de septiembre de 2008 afirmó en la Asamblea General de las Naciones Unidas: "No es posible que tres familias tengan rentas superiores a la suma de los PIB de los 48 países más pobres (...) Estados Unidos y Europa consumen de media 8,4 veces más que la media mundial. Es necesario que bajen su nivel de consumo y reconozcan que todos somos huéspedes de una misma tierra".
Hay que acabar con la idea de que "el crecimiento es progreso" y la condición sine qua non de un desarrollo justo. El crecimiento es adornado por sus defensores con todas las virtudes, por ejemplo en materia de empleo. Los beneficios empresariales han sido tan enormes que ni siquiera un crecimiento fuerte ha podido crear empleo, de ahí la persistencia del paro. La recesión agrava brutalmente este problema. Pero es ilusorio pensar que, para que todo el mundo tenga trabajo, lo que hay que hacer es restaurar el crecimiento económico y aumentar cada vez más las cantidades producidas; esta sobreproducción no tiene ningún sentido, no consigue el pleno empleo y, encima, compromete gravemente las condiciones de supervivencia del planeta.
La filosofía del decrecimiento hoy dice que debemos trabajar menos para vivir mejor. No tener la mira puesta en el poder adquisitivo (que a menudo es engañoso y reduce al hombre a la única dimensión de consumidor), sino buscar el poder de vivir. Se trata de cambiar la actual organización de la producción y repartir mejor el trabajo: utilizar los beneficios obtenidos para que todos trabajen moderadamente y todas las personas tengan un empleo. Esta reorganización debe ir acompañada de una revisión de las escalas salariales. No es aceptable que algunos empresarios ganen varios centenares o miles de veces más el salario de sus propios trabajadores
Reducir la cantidad de trabajo permitiría asimismo que pudiésemos llevar una vida más equilibrada, que nos realizáramos a través de cosas que no sean la sola actividad profesional: vida familiar, participación en la dinámica del barrio, vida asociativa, y también actividad política, práctica de las artes...
Un modo de vida más frugal, que se tomara en serio los valores humanistas y tuviese en cuenta la belleza, conduciría a producir menos pero con mejor calidad. Una producción de calidad pide habilidad y tiempo, y ofrecería empleos numerosos y más gratificantes. Supone no recurrir sistemáticamente a la potencia industrial (exige sobriedad energética) lo cual mejoraría la necesidad de fuerza de trabajo (como se observa al comparar la agricultura intensiva, muy mecanizada, gran consumidora de petróleo pero parca en mano de obra, con la agricultura biológica).
Devolver el protagonismo a la persona, restaurar el espíritu crítico frente al modelo dominante del "cada vez más" ,abrir el debate sobre nuestra forma de vivir y sus límites, saber tomarse tiempo para mantener una relación equilibrada con los demás, ése es el camino que propone la filosofía del decrecimiento. Se trata de sustituir el crecimiento estrictamente económico por un crecimiento "en humanidad". Es una tarea estimulante, un desafío que merece la pena intentar
Extractos del artículo "Un modo de vida más frugal" de Nicolas Ridoux
Qué es exactamente lo que está ocurriendo en nuestros días? No estamos padeciendo una crisis sino un conjunto de ellas: crisis ecológica (energética, climática, pérdida de la biodiversidad, etcétera); crisis social (individual y colectiva, aumento de las desigualdades entre las naciones y en el seno de las mismas, etcétera); crisis cultural (inversión de valores, pérdida de referentes y de las identidades, etcétera); a lo que ahora se añade la doble crisis financiera y económica. Todas ellas no son crisis aisladas, sino más bien el resultado de un problema estructural, sistémico: cuyo origen está en la desmesura, en la búsqueda obsesiva del "cada vez más".
Qué se puede decir sobre la crisis económica desde el punto de vista de quienes somos "objetores al crecimiento"? Que nadie se equivoque, porque decrecimiento no es sinónimo de recesión. Tal como escribí hace más de dos años: "No hay que elegir entre crecimiento o decrecimiento, sino más bien entre decrecimiento y recesión. Si las condiciones ambientales, sociales y humanas impiden que siga el crecimiento, debemos anticiparnos y cambiar de dirección. Si no lo hacemos, lo que nos espera es la recesión y el caos".
El decrecimiento no es un crecimiento negativo, ni propugna tampoco una recesión ni una depresión; sería ridículo tomar nuestro sistema actual y ponerlo del revés y de esa manera intentar superarlo. El decrecimiento supone que debemos desacostumbrarnos a nuestra adicción al crecimiento, descolonizar nuestro imaginario de la ideología productivista, que está desconectada del progreso humano y social. El proyecto del decrecimiento pasa por un cambio de paradigma, de criterios, por una profunda modificación de las instituciones y un mejor reparto de la riqueza.
Es claro que el crecimiento económico pretende aliviar la suerte de los más desfavorecidos sin tocar demasiado las rentas de los más ricos, para no enfrentarse a su reacción política. En ese sentido,el decrecimiento pasa necesariamente por una redistribución (restitución ) de la riqueza.
En un mundo de recursos limitados, las cosas no pueden crecer de manera indefinida. Por eso, "la objeción al crecimiento" habla de la necesidad de compartir, el regreso de la sobriedad, en particular para aquellos que sobreconsumen. Hacemos nuestras estas palabras de Evo Morales, presidente de la República de Bolivia, que el 24 de septiembre de 2008 afirmó en la Asamblea General de las Naciones Unidas: "No es posible que tres familias tengan rentas superiores a la suma de los PIB de los 48 países más pobres (...) Estados Unidos y Europa consumen de media 8,4 veces más que la media mundial. Es necesario que bajen su nivel de consumo y reconozcan que todos somos huéspedes de una misma tierra".
Hay que acabar con la idea de que "el crecimiento es progreso" y la condición sine qua non de un desarrollo justo. El crecimiento es adornado por sus defensores con todas las virtudes, por ejemplo en materia de empleo. Los beneficios empresariales han sido tan enormes que ni siquiera un crecimiento fuerte ha podido crear empleo, de ahí la persistencia del paro. La recesión agrava brutalmente este problema. Pero es ilusorio pensar que, para que todo el mundo tenga trabajo, lo que hay que hacer es restaurar el crecimiento económico y aumentar cada vez más las cantidades producidas; esta sobreproducción no tiene ningún sentido, no consigue el pleno empleo y, encima, compromete gravemente las condiciones de supervivencia del planeta.
La filosofía del decrecimiento hoy dice que debemos trabajar menos para vivir mejor. No tener la mira puesta en el poder adquisitivo (que a menudo es engañoso y reduce al hombre a la única dimensión de consumidor), sino buscar el poder de vivir. Se trata de cambiar la actual organización de la producción y repartir mejor el trabajo: utilizar los beneficios obtenidos para que todos trabajen moderadamente y todas las personas tengan un empleo. Esta reorganización debe ir acompañada de una revisión de las escalas salariales. No es aceptable que algunos empresarios ganen varios centenares o miles de veces más el salario de sus propios trabajadores
Reducir la cantidad de trabajo permitiría asimismo que pudiésemos llevar una vida más equilibrada, que nos realizáramos a través de cosas que no sean la sola actividad profesional: vida familiar, participación en la dinámica del barrio, vida asociativa, y también actividad política, práctica de las artes...
Un modo de vida más frugal, que se tomara en serio los valores humanistas y tuviese en cuenta la belleza, conduciría a producir menos pero con mejor calidad. Una producción de calidad pide habilidad y tiempo, y ofrecería empleos numerosos y más gratificantes. Supone no recurrir sistemáticamente a la potencia industrial (exige sobriedad energética) lo cual mejoraría la necesidad de fuerza de trabajo (como se observa al comparar la agricultura intensiva, muy mecanizada, gran consumidora de petróleo pero parca en mano de obra, con la agricultura biológica).
Devolver el protagonismo a la persona, restaurar el espíritu crítico frente al modelo dominante del "cada vez más" ,abrir el debate sobre nuestra forma de vivir y sus límites, saber tomarse tiempo para mantener una relación equilibrada con los demás, ése es el camino que propone la filosofía del decrecimiento. Se trata de sustituir el crecimiento estrictamente económico por un crecimiento "en humanidad". Es una tarea estimulante, un desafío que merece la pena intentar
Extractos del artículo "Un modo de vida más frugal" de Nicolas Ridoux
EL Pais
Domingo 22 de Marzo de 2008
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