jueves, 12 de agosto de 2010

Horizontes indecentes


Decencia, eso era lo que me decidió. Hace poco descubrí que la haraganería engendra nuestras virtudes, nuestrás más tolerables cualidades ; contemplación , ecuanimidad, pereza, dejar en paz al prójimo; buena digestión mental y física; la sabiduría de limitarse a placeres carnales : comer y defecar y fornicar y sentarse al sol, porque no hay nada mejor , comparable , ninguna cosa mejor en este mundo sino vivir por el corto tiempo en que se nos presta aliento, estar vivo y saberlo ( ah,sí, ella me enseñó todo eso, me marcó también para siempre) nada, nada . Pero hace poco he visto claro, sacando la conclusión lógica , que una de las virtudes primordiales ( ahorro , aplicación, independencia) engendra todos los vicios ( fanatismo, entrometimiento, suficiencia, miedo, y lo peor de todo: decencia) . Nosotros , por ejemplo . Porque el hecho de ser solventes por primera vez, de saber con seguridad de dónde vendría la comida de mañana (el maldito dinero, demasiado : de noche nos quedábamos despiertos planeando cómo gastarlo ; para la primavera ya andaríamos con prospectos de compañias de vapores en los bolsillos) me había esclavizado y entregado a la decencia como cualquiera .



William Faulkner
Las palmeras salvajes
Pocket Edhasa
Ilustración: Paul Cadmus

3 comentarios:

  1. Esto es hedonismo no?... Peca, peca tranquilo sin justificarte jajaja. William Faulkner... si te gusta lee luz de Agosto es algo inquietante pero maravilloso.

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  2. eso es hedonismo, of course. Ojala se pudiera practicar con más vehemencia.... Buscaré Luz de Agosto baby ;). ven a verme perraka.... !

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  3. Tu tienes alma de hedonista, no hace falta ni que te entrenes...Faulkner siempre merece la pena. Buen post baby.

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